lunes, 9 de enero de 2017

CUENTO DE ENERO,CON MUCHA NIEBLA

Algunos de nosotros hemos tenido como banderín de enganche  nuestra inclinación a la Cultura,algo imprescindible para escapar de la asfixiante atmósfera de la dictadura,la discriminación por razón de sexo,y el ejercicio intelectual como eficaz defensa de los horrores fascistas.
Se trataba de que aquel soto,bosque o barricada nos protegiese de la nube apestosa que rodeó aquella época.
Nunca agradeceré lo bastante haber tenido el privilegio de estudiar,discernir y elegir el camino deseado,aunque fuese duro y largo.
En aquellos años,para construir una buena base cultural se leía una como especie de selección de grandes autores,que comenzaba en Europa y continuaba por América y Asia.En alas de la imaginación de aquellos genios,viajabas por sus mundos y te adentrabas en paisajes que a fuer de ser leídos terminaban formando parte del tuyo propio.
En estos tiempos de zozobra e inmundicia,vienen a la memoria textos apropiados al presente.Desde R.Tagore y su Rey del salón obscuro,al Viaje a Occidente del rey mono.Lao tse o Aristóteles y su Política.
Viene también al recuerdo Mark Twain o André  Maurois por distintas razones.
En tiempos de penumbra no hay que olvidar el humor y la ironía,son algo así como nuestra tabla de salvación con una bombona de oxígeno incorporada.
Maurois escribió mucho y bien,era lo que los críticos llaman un perspicaz observador de la realidad.
Recuerdo  una historia suya acerca del experimento de unos extraterrestres.
Sintetizando,el argumento es este.
Desde un lejano planeta con vida muy inteligente,llevan un tiempo estudiando a millones de seres diminutos, cuya mayor afición parece ser el destruirse unos a otros.
Los habitantes de ese planeta se plantean la disyuntiva de destruirlo por su incapacidad para desarrollarse.
Pero antes deciden efectuar un pequeño experimento,Como disponen de una tecnología muy avanzada,cortan al planeta Tierra en dos partes,como si de una naranja se tratase,y a continuación la vuelven a ensamblar perfectamente sin atender a hacer coincidir los cascos.
De tal forma,que para los terrícolas que en aquel momento dormían,un decir,cuando abren los ojos tienen como compañeros de cama a  desconocidos,hombres o mujeres,que ni siquiera hablan su idioma y con aspectos en muchos casos sorprendentes.
Al terror inicial sucede una total hecatombe,es como una torre de Babel con el añadido de diferentes físicos y ambientes totalmente extraños.
Pasan semanas  en la búsqueda de sus afines,sin saber como ha sucedido esto.
Según avanzan los días,comienza a darse un fenómenos de solidaridad de lo más insólito para las criaturas humanas,buscan como conectarse,protegen a las crías de otros,restauran el saloncíto o la cocina que ahora tienen muebles de diversos estilos y funciones.En fin,la gran catástrofe les impulsa a ayudarse los unos a los otros.
No saben lo que ha pasado ni cómo,pero el instinto les lleva a apoyarse mutuamente.
Naturalmente,no todo es miel sobre hojuelas,son humanos al fin y a la postre,pero ese atisbo de solidaridad les salva de ser destruidos totalmente.
Una vez que los extraterrestres deciden  que la vida siga en el planeta Tierra,mediante su  tecnología,con otro perfecto corte vuelven a unir las partes en su forma original y familias encuentran a familias,bosques a bosques,mares a mares.
No puedo recordar  el título de la obra,la edición es de más menos los años 50.
La leí hace mucho,era  también la época de Twain  y de O.Henry. 

El texto sigue muy vivo,porque cada vez que leo las nuevas del día,historias como esta,o El maestro y Margarita o el Viaje a Occidente,siguen siendo  un hermoso vitral que invita a la esperanza,no mucha,todo sea dicho,pero al menos deja ver un pequeño atisbo.
Dice el refrán que de la esperanza vive el cautivo,pues también,otra buena vía de escape de las aguas cenagosas en las que las ratas pretenden que vivamos.

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